viernes, 29 de diciembre de 2017

Gratitud

Estas fiestas y este fin de año están siendo muy tensas para mí, por movidas personales e inmobiliarias *cough*hipoteca*cough*, y creo poder afirmar que estoy disfrutando de las vacaciones menos vacacionales que he tenido nunca. Aun así, quiero dar gracias.

Tengo suerte de haber pasado esta última etapa de mi vida con trabajo y relativa tranquilidad y de haber podido dedicar así a este hobby, a esta belleza, una parte de mi tiempo, de mi energía y de mis recursos, también económicos. Tengo que dar gracias a la vida, al destino, a la providencia o al azar por haber podido descubrir esto y sumergirme en ello.

Ahora que seguramente estoy al inicio de una nueva etapa en la que mis responsabilidades económicas serán más grandes y no podré permitirme caprichitos de cientos de euros, reconozco que he tenido mucha suerte de haber tenido la oportunidad de reunir una colección de muñecos-personajes que abarca más o menos lo que yo quería. Está bien darse cuenta de que tener una de estas creaciones en casa es tener un producto de lujo, exquisitamente diseñado y creado. Y eso es bueno. Porque de vez en cuando conviene recordar que, como seres humanos, merecemos belleza y ocio creativo, merecemos tener cosas bonitas y de calidad en nuestras vidas. (La castaña de esto es que parece que solo el privilegio socioeconómico te abre esa posibilidad. Personalmente me considero dentro de la clase media-media-baja y aún así soy consciente de que disfruto de -como diría mi feminista radical de cabecera- a shit-ton of privilege).

En cualquier caso, estoy muy contenta y agradecida de haber podido rodearme de mis pequeños, que son una parte no insignificante de mi vida y que me traen mucha alegría e inspiración. Seguramente la familia ya no va a aumentar más, y no pasa nada porque no necesito más y tengo mucho que trabajar en los que ya están aquí.

Y para ilustrar esta entrada tan rematadamente lírica, he hecho la foto más fea del mundo, pero me lo perdono a mí misma porque con el ritmo de mes que llevo ya es bastante haber podido hacerla. Pillé por banda a los chicos que tenía a mano y, tal como estaban, sin cambiarles de ropa ni tocarles ni un pelo, los puse en el alféizar de la ventana y los retraté con un contraluz brutal - juro que saqué el cartón-blanco-que-me-hace-de-reflector y lo usé, pero no sirvió de mucho. Resultado, una foto de familia parcial, porque faltan Licht y Daniele -no tienen cuerpos propios-, y horriblemente editada y fea. Ni siquiera he conseguido que Kiyoaki mire a cámara. (A pesar de ello, y sin haberlo buscado yo deliberadamente, se le ve que es el centro de la familia).

En fin, estos son mis muñecos y estoy muy agradecida de tenerlos conmigo. Siempre hay por qué dar las gracias cuando se hacen las cuentas.

Que tengáis un buen fin de año y un comienzo lleno de inspiración y cosas buenas.



Y con esto llevo DOS AÑOS cumpliendo el ritmo de escribir una entrada al mes. VIVA YO :D